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ART DÉCO BARRIAL

Vuelta de Obligado 2663/7

Durante mi primera estadía en el barrio varias décadas atrás, las tres manzanas de Vuelta de Obligado y Cuba entre Monroe y Congreso, límite con Núñez, me parecieron parte de un espíritu arrabalero de Belgrano, algo así como el “no soy de aquí ni soy de allá”, tal como me sentía yo misma. Había algún que otro edificio y muchas casas viejas de los ‘20, ‘30 y ’40, que en algún momento lucieron ornamentos art nouveau prefabricados e indicaban en cierta forma, el poder económico de una clase media en ascenso, pero que comenzaban -unos y otros- a desmoronarse, a descascararse y caer bajo acción del tiempo o de picos y palas especulativas.

Sin embargo, en Vuelta de Obligado al 2600 había una serie de edificaciones que me llamaron la atención porque no llegaba a clasificar su estilo dentro de lo que conocía. Una vivienda en el 2637; el garage Otto en el 2661; y otra vivienda tipo PH en el 2663/7. Además, ese estilo tan particular iba como en una especie de in crescendo a lo largo de las tres edificaciones; si había sido obra del mismo arquitecto, éste había estilizado las líneas, agregado motivos geométricos que se repetían como si hubiera decidido trabajar la fachada de manera más plástica, aunque aún con cierta timidez.

En especial me atrajo la vivienda del 2663/7. Allí la fachada se veía favorecida con un revoque de textura más rugosa, la herrería artística de las puertas se había hecho sin soldaduras, y se acrecentaban los frisos con motivos geometrizados.

Busqué en libros de arte -Zevi y Hauser- y no encontré nada, como si la literatura especializada a la cual yo tenía acceso se negara a reconocer lo que la calle me mostraba.

Ya instalada, cada tanto observaba un Ford Falcon que salía del angosto garage en mil maniobras y paralizaba la circulación aún hasta Monroe, si hasta a veces sentía los bocinazos desde mi balcón en la otra cuadra. Eso era todo; la casa siguió siendo un misterio.

Vuelvo ahora, mi segunda estadía en el barrio, camino a lo largo de esa misma cuadra y observo los cambios producidos en los tres edificios. Reconozco de inmediato el estilo que me atrapó tantos años atrás como art déco, el nombre derivado de la ya mítica Exposición de París.

Recurro a la Guía de Patrimonio Cultural de Buenos Aires, Arquitectura Art Déco y con el número 134 encuentro la casa de Vuelta de Obligado 2663/7, construida alrededor de 1930. Investigo un poco más y descubro que desde el año 2009 está catalogada como edificio singular con nivel de protección cautelar; no así los otros dos edificios de la cuadra, en especial el garage Otto, cuyo valor patrimonial fue desestimado, supongo que por alteraciones en la fachada.

Quiero saber más, me animo y toco timbre. Me invitan a pasar y observo de inmediato la nobleza de los materiales utilizados, el largo pasillo de mármoles y grecas, los pisos en damero de baldosas blancas y negras, los cuatro departamentos con sus habitaciones que rodean patios interiores, las puertas de madera de casi dos metros y medio con celosías metálicas, los pisos en pinotea y además me cuentan. Me cuentan que el señor del Falcon ya había fallecido, y que el dueño original que vivió en la unidad al frente era belga y construyó los departamentos para cada uno de sus hijos. Tantas otras evocaciones que remiten a historias de vida. Siento que quien también me habla y me cuenta su historia es el edificio mismo, un ser tan vivo como quienes lo habitan y habitaron, como quienes han pintado sus paredes, sus puertas, alterado sus pisos, sus baños, las cocinas, los muros, los patios, en busca de modernismos y luz.

Pienso en las más de doscientas edificaciones estilo art déco desperdigadas por toda la ciudad -tanto que a veces se invisibilizan- y yo tengo la suerte de caminar todos los días por delante de una de ellas.


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