TESTIMONIO POR LA MEMORIA
Mis pasos me llevan a un paseo por el barrio de Núñez con su belleza, misterios, presente y pasado. Elijo caminos, llego a la Avenida del Libertador y me detengo en la altura 8151. No puedo evitar un estremecimiento, me animo e ingreso al predio.
Me reciben árboles añosos y un aroma de jazmines trepándose a un muro.
Leo un cartel que invita a un recorrido histórico que anuncia la vergonzosa actividad cívico-militar en el lugar que ocupó la Ex-Esma (Escuela de Mecánica de la Armada). Prefiero una visita solitaria. El solar es inmenso, camino por las diecisiete hectáreas, visito los edificios que ahora componen el “Espacio de la memoria y derechos humanos”, bautizados con otros nombres.
El recinto es un sitio público que promueve el ejercicio de la memoria, como homenaje a las víctimas de la dictadura y hoy permite desarrollar actividades a organizaciones e instituciones políticas que enarbolan la defensa de los derechos humanos.
Continúo recorriendo, diviso y palpo la textura de unas mantas suspendidas del techo, testigos de paneles provisorios a improvisadas celdas. Me parece escuchar aún, los gritos ahogados que todavía susurran en los lugares de tortura. Me conmueve los catorce paneles de vidrio y acero que reproducen el texto completo del último escrito de Rodolfo Walsh, testimonio del funcionamiento del terrorismo y barbarie.
El “Centro Cultural Conti” rinde homenaje al escritor argentino y funciona como espacio de difusión de la cultura.
Siento que no camino sola, una fría brisa, unas figuras sutiles, casi fantasmales, me acompañan desde un pasillo, envueltas en banderas, llevan pancartas que solicitan justicia. Ruego entonces por los miles de seres desaparecidos, por sus ideales, sueños y vidas sin futuro, por las madres que no cantarán canciones de cuna a sus hijos arrebatados.
Miro hacia atrás, hacia un pasado que nos deshonra. Evoco a los seres ya sin nombre, cuyas llamas se mantienen intactas. El lugar existe, quizás para recordarnos construir el presente, sostener la libertad y la democracia, para que el horror no se repita.
